Ángel Pérez

Estudiante de la Universidad de Burgos

Lo que comenzó como una inofensiva pregunta: “¿Cómo diseñamos el próximo curso?”, un 8 de junio de un verano diferente, acabó en dos horas de debate y conversación entre estudiantes, en las que se contrastaron diferentes opiniones, enfoques y reflexiones sobre el rumbo que debía de tomar la institución universitaria de cara al siguiente curso.

Y es que, al igual que el verano de 2020 no fue un verano cualquiera, el curso académico que lo antecedía tampoco lo había sido. Marcado por una digitalización forzosa y acelerada de todos los procesos de enseñanza y aprendizaje, los miembros de la comunidad universitaria tuvimos que repensar la universidad en tiempo récord, desde la manera de enseñar, la forma de estudiar, las pruebas de evaluación, los proyectos, hasta las guías docentes.

Con sus sombras y sus luces, los y las estudiantes hicimos todo lo posible por continuar nuestra formación, y ahora, con la perspectiva que da el tiempo, es cuando se puede valorar realmente cuán acertados estuvimos a la hora de tomar decisiones, y lo que es más importante, qué lecciones podemos sacar para no tener tantos sobresaltos el siguiente curso.

Volviendo al inicio, podemos decir que el evento se basó en diseñar el próximo curso, o por decirlo de otra manera, en rediseñarlo, repensarlo y redefinirlo; porque pese a que no es posible resumir todo lo que hablamos, ni mucho menos todo lo que quisimos transmitir, quedó suspendido en el aire un deseo de cambiar los cimientos, de reestructurar la universidad para ponerla al servicio de la comunidad que la compone y, por lo tanto, al servicio de calidad educativa.

Por ello, destacamos repetidamente nuestra ilusión por una universidad más cercana y cálida, integradora y acogedora, comprometida con la sociedad y la sostenibilidad. Adjetivos que se dicen fácilmente, pero que requieren de mucho trabajo para traerlos a la realidad, aunque esto, lejos de desilusionarnos, nos llama a trabajar por esas metas que nos planteamos.

Y es que este es precisamente un punto que hay que tratar, la necesidad de escuchar al estudiantado, no por egoísmo, sino porque también componemos la comunidad universitaria, y tenemos muchas ideas y trabajo que aportar para lograr esa universidad que tanto queremos. Para ello son imprescindibles iniciativas de diálogo horizontal como la que vivimos el pasado 8 de junio, por la cual no puedo dejar de agradecer al equipo de “Facultad 0”, o las figuras de los representantes estudiantiles, quienes tratamos siempre de hacer valer la voz del estudiantado, trabajando con toda la dedicación y cariño que podemos poner a nuestra labor.

Poco más quiero añadir a estos párrafos, tan sólo reiterar mi agradecimiento a la organización y a mis compañeros y compañeras de las demás universidades, y recalcar mi ilusión por ver tal confluencia de opiniones entre nosotros.

Al fin y al cabo, se dibujaron muchas utopías en el encuentro, muchos futuros deseables y muchas ideas para definir una universidad más humana y comprometida, por y para la comunidad que la integra y la sociedad en la que se encuentra. Muchas utopías y, por lo tanto, muchos hermosos caminos que merece la pena recorrer, pasito a pasito, por el mero hecho de andarlos aun no llegando al destino, y es que esto es lo que pasa si nos dan al estudiantado medios para expresarnos, que definimos ideales por los que luchar y deseamos trabajar, porque nosotros también queremos una universidad mejor.

Por una universidad en la que lo lógico sea lo utópico.

Evento organizado por Medialab UGR disponible en el siguiente enlace.

Foto de portada de noah eleazar en Unsplash